Yo estuve donde estás, te entiendo, te honro y te admiro por tu gran fuerza.
Quiero que hoy recuerdes algo muy importante: tu valor no depende de lo que otros hicieron contigo. Cada herida que llevas no define quién eres, solo forma parte de tu historia, una historia que merece ser escuchada, sanada y honrada.
Sé que el dolor puede sentirse pesado y solitario, que a veces el miedo o la culpa parecen no querer irse. Pero quiero que sepas que no estás sola, que tu voz importa y que tu corazón tiene la capacidad de sanar, aunque hoy parezca imposible. Cada paso hacia la sanación, por pequeño que sea, es un acto de valentía.
No tienes que olvidar lo que pasó, ni perdonar antes de estar lista; tienes derecho a sentir, a llorar, a gritar, y sobre todo, a reconstruirte. Lo que te sucedió no fue tu culpa. Tú eres digna de amor, respeto y paz, y mereces reconstruir tu vida desde tu propia fuerza.
Permítete sanar a tu ritmo, buscar ayuda, rodearte de quienes te apoyen y recordarte cada día que eres más grande que cualquier herida. Dentro de ti hay una luz que nadie puede apagar, un valor que siempre ha estado ahí, esperando que lo reconozcas.
Hoy quiero que te digas: “Soy valiosa. Soy digna. Soy libre de renacer de mis propias cenizas”. Porque así es: tu historia no termina en el dolor, sino en tu fuerza para reconstruirte y amarte a ti misma.
Ejemplos de cómo amarnos a nosotras mismas
1. Cuidar nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo
“¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo?” — 1 Corintios 6,19
* Alimentarnos bien, descansar, hacer ejercicio.
* Hacernos chequeos médicos.
* Evitar hábitos que dañen nuestra salud.
Amarse es cuidarse sin culpas ni excusas.
2. Poner límites sanos
* Decir “no” cuando algo va en contra de nuestra paz.
* No permitir relaciones que nos dañen emocional o espiritualmente.
* Elegir con quién compartimos nuestro tiempo.
Los límites no son rechazo, son protección del amor propio.
3. Sanar nuestras heridas emocionales
Perdónate y perdona.
* Ir a terapia si lo necesitamos.
* Orar y pedirle a Dios que sane lo que aún duele.
* No cargar con culpas eternas: Dios ya te perdonó.
Amarse es reconocer que estás en proceso, y mereces sanar.
4. Hablarte con amor, no con juicio
* Evitar frases como “soy un fracaso”, “nunca hago nada bien”.
* Sustituirlas por: “Estoy aprendiendo”, “Merezco paciencia”, “Estoy creciendo”.
Háblate como le hablarías a una hija que amas con el alma.
5. Regalarte tiempo para ti
* Espacios de silencio, oración o creatividad.
* Tomarte un café contigo misma, sin culpa.
* Hacer algo que te guste solo porque sí.
Dios también se encuentra en la pausa, en el gozo, en el descanso.
6. Reconocer tu valor y dignidad
“Tú eres preciosa a mis ojos, valiosa, y yo te amo.” — Isaías 43,4
* Recordar que no eres menos por tus errores.
* No compararte con otras.
* Agradecer a Dios por lo que eres, incluso si estás cambiando.
Tu valor no cambia por tus circunstancias. Eres valiosa siempre.
7. Buscar tu propósito y caminar hacia él
* Preguntarte: ¿Qué me apasiona? ¿Qué me da paz?
* Servir con alegría desde tus dones.
* Confiar en que Dios te creó para algo más grande de lo que imaginas.
Amarte también es apostar por ti, por lo que sueñas, por lo que Dios sembró en ti.
Conoce más nuestra página web.
Descubre más información sobre este artículo en internet.
0 comentarios