Yo estuve donde estás, te entiendo, te honro y te admiro por tu gran fuerza.
Quiero que hoy recuerdes algo muy importante: tu valor no depende de lo que otros hicieron contigo. Cada herida que llevas no define quién eres, solo forma parte de tu historia, una historia que merece ser escuchada, sanada y honrada.
Sé que el dolor puede sentirse pesado y solitario, que a veces el miedo o la culpa parecen no querer irse. Pero quiero que sepas que no estás sola, que tu voz importa y que tu corazón tiene la capacidad de sanar, aunque hoy parezca imposible. Cada paso hacia la sanación, por pequeño que sea, es un acto de valentía.
No tienes que olvidar lo que pasó, ni perdonar antes de estar lista; tienes derecho a sentir, a llorar, a gritar, y sobre todo, a reconstruirte. Lo que te sucedió no fue tu culpa. Tú eres digna de amor, respeto y paz, y mereces reconstruir tu vida desde tu propia fuerza.
Permítete sanar a tu ritmo, buscar ayuda, rodearte de quienes te apoyen y recordarte cada día que eres más grande que cualquier herida. Dentro de ti hay una luz que nadie puede apagar, un valor que siempre ha estado ahí, esperando que lo reconozcas.
Hoy quiero que te digas: “Soy valiosa. Soy digna. Soy libre de renacer de mis propias cenizas”. Porque así es: tu historia no termina en el dolor, sino en tu fuerza para reconstruirte y amarte a ti misma.
Conoce más nuestra página web.
Descubre más información sobre este artículo en internet.
0 comentarios